Capítulo 2: Me vuelvo uno más del
Refugio.
Estaba
teniendo un sueño de lo más extraño, pues estaba en una zona como de montaña
detrás de una roca, al asomarme por ella contemplé algo bastante macabro: había
tres tipos con túnicas negras que estaban alrededor de un altar en el que había un cerdo muerto con las tripas a fuera. Lo raro, era de que uno de esos
tipos tenía una mano extraña: parecía como una mano mecánica hecha de oro y con
un montón de símbolos que no llegaba a distinguir.
-Todo está
marchando según lo planeado -decía el de la mano mecánica -, pronto podré traer
a un ejército de todos estos tipos, y con todos, cumpliré mi más deseosa
venganza.
No pude ver
ni escuchar nada más porque me había despertado porque sí: no me encontraba en
ningún hospital o en mi casa, estaba acostado en el sofá de un apartamento un
poco pequeño, pero aun así era bastante lujoso; con una pequeña cocina, el
baño, una terraza y la habitación.
Toda mi ropa
y mis cosas estaban colocadas de manera que no me lo creía ni yo, mis dudas se
fueron cuando alguien tocaba mi puerta como loco. Como no había mirilla, abrí
directamente: era un tío moreno que iba muy a lo cani, con los pelos casi de
punta y que al parecer estaba como si hubiera terminado una maratón, incluyendo
que la verdad era bastante maciza en su mayoría de las piernas.
-Tío -me
dijo como si se estuviese muriendo -, ¿te importaría meterme aquí un solo
momento?
-Claro, no
hay problema. -le contesté.
-Gracias colega, me vas a salvar la vida. -agregó cuando se metió por la cara y se encerró
en el baño.
Cerré la
puerta, pero seguido otra persona me tocó la puerta como si la fuese a romper.
- ¡Si te
chivas soy hombre muerto, te lo digo enserio, es el diablo! -me gritó desde el baño.
Al abrir
otra vez la puerta, no sabía que me toparía con la que posiblemente sea, la
chica más ``hermosa´´ de todas: era de mí misma estatura (y mira que soy alto),
también tenía un increíble moreno, su cabello era de color negro y sus ojos
tenían un furor de marrón claro que impactada.
El caso es
que su vestimenta no era para nada típica como la que teníamos el que entró a mi baño y yo,
llevada al completo solo que sin el casco una armadura de marino ateniense.
- ¿Has visto
a un bastardo que corría como un loco? -me preguntó.
-Vamos a ver
-le explicaba -, me acabó de levantar en un sitio que ni siquiera se que hago
aquí o donde estoy, ¿y me preguntas si he visto a alguien corriendo?
-Como se nota que acabas de llegar -me contestó -, pero no te preocupes, pronto lo sabrás.
Me echó
antes de irse una mirada como de muerte que me dejó bastante amenazado
.
- ¿Se ha
ido? -me preguntó cuando abrió la puerta de repente.
-Todo
despejado. -asentí.
El tipo
empezó a saltar de alegría, y con tremendo suspiro se sentó en mi sofá.
-Que conste que a partir de ahora eres mi brother, mi colega, mi compadre y lo que quieras -me dijo-, ¿cómo te llamas?
-Jack
Richards -le contesté.
-Entonces
supongo que tu nombre para los de ahí arriba es Jackeos.
- ¿Tengo un
nombre especial? -le pregunté como si fuese algo obvio.
-Todos los
semidioses los tenemos -comentaba-, yo me llamo Tariq, por ejemplo, pero para
ellos mi nombre de verdad es Tarikios. Se que de momento esto te parecerá una auténtica
barbaridad, pero conozco a alguien que te puede explicar cómo funciona mejor
todo esto.
Quedarme
atónito es quedarse demasiado corto: se podría decir que toda la zona era como
si estuvieras en una zona de apartamentos gigante y colosal, con la diferencia
de que en cada entrada había un símbolo que según me explicaba Tariq,
representa el rango de cada uno, además de que como era lógico, yo estaba con los
novatos.
Visité todas
las zonas más importantes, como el comedor que parecía un buffet, la cabaña de
herrería, el establo, la inmensa zona de entrenamiento, etc.
-Yo ya me
despido -me dijo cuando estábamos en frente de una casa de madera que parecía un castillo-, esto ya es algo
personal, te esperaré en el campo de entrenamiento.
Al entrar
ahí me estaba esperando nada más ni nada menos que un auténtico centauro: ya sabes
los de mitad caballo de cintura para abajo y hombre de cintura para arriba,
añadiendo de que iba con una armadura de oficial espartano.
-Sé que
tienes muchas preguntas -me dijo el centauro-, y yo estoy aquí para
responderte: el gas con el que te desmayaste era una prueba para ver si eras
uno de esos chavales, y resulta ser de que si lo eres. Los dioses, las leyendas
griegas, las criaturas, todo eso existe de verdad y sigue existiendo. Mi trabajo
es enseñaros como sobrevivir a esta nueva realidad, además de intentar volveros
héroes e intentar descubrir a que dios pertenecéis.
-Ya veo -le
dije-, entonces, ¿este va a ser mi nuevo hogar?
-Se podría
decir que sí. -me dijo. -Y mi nombre es Arístides, o Aristoides, y bienvenido
al Refugio.
Lo cierto es
que no me lo tome tan a mal, al contrario, me pareció increíble pensar que a lo
mejor podría tener una vida más divertida que la que tenía ahí arriba. Estuve
andando por mi cuenta por un buen rato sin saber que hacer a este punto, hasta
que volví a mi apartamento a intentar despejarme y a ponerme a tocar y cantar en la terraza: mis familiares me decían todo el rato que debía de
meterme en algún grupo de rock porque estaban todo el rato que cantaba de
manera inhumana.
El caso es
que me puse con mi guitarra que no era eléctrica, sino que era la que siempre
conocemos. La canción que cantaba y tocaba era ``Never too Late´´ de Three Days
Grace, que para mí es de mis grupos favoritos.
Luego de eso
me quise volver a dar otra vuelta más por toda la zona, y mientras daba vueltas
como un tonto, pude presenciar algo: en la zona de entrenamiento, muchísima gente estaba viendo como la chica que me
encontré en mi puerta se enfrentaba a espada limpia contra otro tío bastante
alto, con el pelo semi largo, los ojos verdes y llevando la misma armadura que
la chica.
- ¡Jack! -me
exclamó Tariq -Ven aquí, la pelea acaba de comenzar.
- ¿Y ahora
qué pasa? -le pregunté en cuanto me senté.
-Se ha
armado una bronca descomunal -me dijo un tipo que estaba detrás de mí -, Selene
y Francis tienen un pique impresionante, pero es lo que pasa casi siempre con
la mismísima hija de Poseidón y con el hijo de Atenea.
Ciertamente
me di cuenta de muchísimos detalles de cada uno de ellos: algo malo había
pasado entre ellos dos por la forma tan agresiva que estaban luchando,
prácticamente Francis no paraba de esquivar y bloquear los tremendos ataques
que Selene intentaba conectar. No lo voy a negar, se me hacía eterna la pelea
tanto que ya me estaba aburriendo.
- ¿Es que no
se detienen? -me dijo Tariq – Me está dando ya pena que se peleen así, se
supone que son mejores amigos.
Si algo me
hace que me mosquee, es que los mejores amigos se peleen por lo que sea, algo
dentro de mí me decía que tenía que hacer algo para separarlos; pero cuando
creí que no podía hacer nada, algo ocurrió...
Notaba todas
las miradas encima de mí, y me sorprendí al ver lo que pasó: Selene y Francis
fueron separados por una pared y sus piernas quedaron inmóviles porque de la
nada un puñado de piedras engancharon sus piernas.
- ¿Por qué
todos me miráis tan raro? -pregunté algo aturdido.
-Tus ojos...
-me contestó Tariq.
Alguien me
alcanzó un espejo de mano y al contemplar mis ojos al raro les pasó, mis ojos
cambiaron de color, en vez de ser negros, se volvieron de un color rojo sangre.
Solo significaba una cosa: yo había parado la pelea.