Saga de las Hazañas del Olimpo: Parte
1: Un mundo escondido.
Capítulo 1: Me mudo a un sitio
desconocido.
Un momento,
quieto ahí parado, si tú, el que ahora mismo está leyendo esto; asegúrate de
leer esta historia bajo tu responsabilidad, porque a lo mejor se te puede volar
la cabeza con tantas cosas que voy a contar.
Y te aviso
de que, si sientes en tu interior que te identificas con esta historia, puede
ser bueno o malo: puede ser bueno porque tal vez tu vida una completa basura
como la que estoy viviendo yo o como mis amigos y enemigos, o a lo mejor será
porque tal vez eres uno de nosotros; cosa que es increíblemente malo, y por eso
te advierto de que leer esto te podría hacer pensar que formas parte de nuestra
estirpe.
Pero, en
fin, espero que no seas como yo porque ya bastantes problemas tengo en mi vida,
aunque bueno, primero deja que me presente: mi nombre es Jack Richards, si no
he perdido la cuenta tengo una edad de unos 16 años y si te preguntas de donde
soy es bastante raro, ya que supuestamente mis padres son de Los Ángeles, pero
toda mi vida la he pasado viviendo en Las Islas Canarias.
Si ya sabes,
las siete islas esas que están al lado de África que forma parte de España,
esas islas. A pesar de que estaba todo el tiempo viajando de aquí a allá, mi
auténtico sitio estaba en Gran Canaria, específicamente en las Palmas.
No me
pregunten el por qué, pero para todas las personas que yo había conocido, no
paraban de decirme de era algo así como un emo rockero: si solamente tenía el
pelo algo así como un emo, mis ojos eran de color negro y siempre llevaba ropa
de rockero (ahora que lo digo, tal vez si que tiene sentido que me lo digan). Siempre iba con una camisa con el logotipo de
un diablo, una chaqueta de cuero sin mandas que hice yo mismo, pantalones
negros, botas del mismo color y guantes.
El caso es
que para desgracia mía, mi madre nos tuvimos que mudar a Vecindario: mi mamá es
algo así como una camionera que literalmente va de cosplay de ese estilo
siempre, y yo iba en su gran camión todo deprimido.
- ¿Todo
bien? - me dijo mientras conducía.
- En parte
sí -le dije mientras veía el paisaje desde mi ventana -, es solo que no sé
si es buena idea que me lleves a ese insti.
- ¿Y eso por
qué? -me preguntó.
-Pues básicamente
porque es el IES Josefina de la Torre -le comentada mientras revisaba mi móvil
-, a ese instituto solamente van pijos que es que están todo el rato creyéndose
los mejores.
-Es que lo
cogí porque como estaba al lado de nuestra casa, pues para que complicarse la
vida. -me dijo como si fuera algo lógico.
-Bueno
-contesté y apagué mí móvil -, haré un esfuerzo. Pero como me toquen muchísimo
la moral, los mando al Infierno.
-Acabas de
sonar cómo tu padre -comentaba -, siempre que se metían con él parecía el
mismísimo diablo.
Triste
realidad para mí, en toda mi vida nunca había llegado a ver ni a conocer a mi
padre, pero ya veréis que cuando lo conozca; me voy a arrepentir y mucho.
Después de un pateo enorme en el camión, por fin llegamos a la maldita ciudad
de Vecindario: lo cierto es que se notaba un ambiente muy diferente a cuando
estaba en Las Palmas, pero a la vez notaba como si algo estuviera en la ciudad.
Pasó
entonces un mes intentando socializar con la gente de mi alrededor, pero, sobre
todo adaptarme a mi nuevo instituto: al final no era tan malo como creía, lo
cierto es que todos sus profesores me caían bastante bien, incluso para mi
sorpresa mis compañeros resultaron no ser tan creídos como me habían contado.
Lo creáis o
no, soy un tío bastante cerrado en el sentido que me cuesta abrirme, ya que
desde siempre he sentido que todas las miradas de las personas estaban
centradas en mí. No solo eso, sino que además tenía de pequeño un pequeño
problema de paranoia que al final acabé superándolo, pero los doctores me dijeron
que si no me lo hubiera quitado de encima; tal vez sería todo un psicópata.
Lo que si
que era raro era de que muchos alumnos entraban y salían bastantes chavales de
un ascensor que estaba por una de las entradas: pero lo raro es que
supuestamente ese ascensor está en mantenimiento, por lo que es imposible que
entre y salga gente de allí.
Me harté por
fin de tanto misterio y fui a preguntar al director, ¡el muy tuvo la cara de
decirme que eran imaginaciones mías, como si estuviese mal de la olla!
Por la
tarde, me quedé en casa solo en mi cuarto, tumbado en la cama queriendo saber
lo que en realidad estaba pasando, así que no dudé en antes de actuar; llamar a
mi madre.
- ¿Mamá? -le
pregunté cuando me logró contestar.
- ¿Qué pasó
hijo? -me preguntó mientras bostezaba -Estaba en mi descanso.
- ¿Te
acuerdas cuando te comenté lo del ascensor? -le contaba -Se que lo que vas a
oír va a ser muy raro, pero tenía pensado que esta noche podría colarme en el
instituto y ver que está pasando.
-Ni se te
ocurra entrar ahí -me contestó de una forma muy pero que muy seria.
- Mamá, eso
acaba de sonar muy raro -me extrañé -es como si en realidad supieras lo que hay
allí.
-Es que...
hay tantas cosas que no sabes -me explicaba de una forma preocupante -siempre
te he querido mantener alejado de ese lugar, pero veo de que ahora ha llegado
el momento. Si vas a ir a ese lugar, haz el equipaje.
- ¿Insinúas
que si voy allí me quedaré por una larga temporada? -le pregunté demasiado
extrañado.
-Podría ser
así. -de contestó mientras parecía que estaba a punto de llorar y me colgó.
Me dejó
impactado, si ella increíblemente se ponía así, solamente significaba que era
un tema serio. Me llevé en mi mochila lo típico: ropa, mi cepillo de dientes,
básicamente lo que se suele llevar uno.
Otra cosa
no, pero en la infiltración era un auténtico ninja, gracias a eso me logré
colar escalando los barrotes del instituto y llegar hasta el ascensor. Para mi
mala suerte, al pulsar el botón noté como subía hasta que se abrieron las
puertas: al entrar ahí me di cuenta de que había un botón que tenía
inscripciones en griego.
No se por
qué razón, pero desde pequeño me había gustado muchísimo estudiar idiomas
antiguos como el latín o el griego, pero además de eso era un absoluto sabelotodo
con respecto a todas las mitologías.
Me atreví a
pulsar el botón y de la nada salió un humo por las paredes que llegué a
respirar que lo que hizo fue desmayarme.
Buena historia. Esta muy bien cuidada y epica
ResponderEliminarCiertamente en ORACIÓN PROHIBIDA no se permiten malos escritores como colaboradores, pues buscamos lo mejor para nuestros lectores.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
EliminarMuy buena lectura carlo es muy épica sigue así crack
ResponderEliminarFirmado por tu amigo fiel
Muchas gracias anónimo, no sé de que conocerás mi nombre, pero me ha gustado mucho
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